sábado, 16 de julio de 2011

Víctor Gaviria: Un director con sus propias reglas para hacer cine

 
Víctor Gaviria y Lars von Trier tienen algo en común que es el deseo de hacer cine no sólo sobre sujetos “ordinarios”, pobres o desamparados, sino, en cierto sentido, desde esas posiciones. Rechazan a la vez el formalismo técnico de las películas de Hollywood y el cine de arte o vanguardia. Ellos poseen su propia lista de reglas para hacer cine
La originalidad de este director Colombiano se torna evidente si se hace una comparación de sus dos obras más importantes, “Rodrigo D: No futuro” y “La vendedora de rosas”  ambas sobre los barrios marginales de Medellín, con una película brasileña de cierto éxito internacional, “Ciudad de Dios”de Fernando Meirelles, Esta última retrata, en el periodo temporal de una generación, la historia de pandillas, ligadas a las drogas, que se forman y se aniquilan en un barrio  de Río de Janeiro, que lleva ese nombre. Las vidas representadas son por lo tanto similares a las de los jóvenes en las películas de Gaviria Como “Rodrigo D” y la “Vendedora”, donde acude a personas del barrio como actores representándose a sí mismos y depende, para su material narrativo, de un amplio trabajo testimonial anterior, condición que no realiza Fernando Meirelles en su cinta.
Medellín  fue en la época de Pablo Escobar uno de los centros del narcotráfico; no es de sorprender que las películas de Gaviria tengan en su centro la cuestión de la droga (pero en su nivel más bajo, el de los sicarios, pequeños traficantes y consumidores). Gaviria entiende,  que la droga es parte de “la experiencia de los pobres”.
De esta forma el proyecto cinematográfico de Gaviria funciona como una especie de atalaya, testigo de una sociedad fundamentalmente injusta y desequilibrada. Contienen así algo más importante, más explosivo políticamente que la posibilidad de salvación individual o de reforma social gradual: contiene la promesa milenaria de la historia de que los últimos serán los primeros.
 
Para Gaviria el cine colombiano debe transformarse en un oficio, una práctica. Lograr que surjan películas colombianas con más frecuencia y mejor calidad, que cuestionen sobre lo que está pasando en el país. En esa vereda están cineastas jóvenes como:Trompetero, Dago García y Ricardo Coral  y también veteranos como Luis Ospina.

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