jueves, 27 de octubre de 2011

Violeta se fue a los cielos

 
La cinta, dirigida por Andrés Wood y protagonizada por la celebrada Francisca Gavilán nos deja en evidencia que lo que hace la ficción con una persona real, una biopic,   es construir otro ser que posiblemente no corresponda a la biografía exacta, pero sí es capaz de darle un alma reconocible, en este caso más allá del sino trágico es otorgarle un aura sobrecogedora y con humor.Entrelazando infancia pobre, nunca miserable, entrevistas internacionales, viajes por los campos, música, vida cotidiana, hijos, amores, la carpa de La Reina, la película va abriéndonos al rico mundo de Violeta Parra que puede llegar a desequilibrar la balanza hacia dos situaciones muy potentes de la gran Violeta: su folclor de bombo y charango, y su trágico sino. De esta forma el director consigue un retrato casi siempre intenso, que termina sobreponiéndose a ciertos excesos y subrayados gracias a su solvencia como narrador y, sobre todo, a la interpretación de Francisca Gavilán, quien carga con el peso no menor de un relato dominado por situaciones extremas que ella sortea con absoluta naturalidad y convicción".
Lo más destacado a mi juicio es como el director  presenta a esta cantaautora tal como es sin adornos y se anima a presentar su costado casi dictatorial, su individualismo, su desconexión, su inconformismo, su desencanto, su resentimiento, su desapego familiar y su angustia existencial.
Con muchos momentos sublimes, varias secuencias notables y sobre todo la grata sensación final de haber conocido entrañablemente a un personaje genuino, una artista, madre, mujer que exuda pasión, luz, oscuridad, perseverancia, desidia, intensidad, todo a la vez. Un ser de mirada límpida y sobre todo amplia, más que aquél ser trágico que tenemos en nuestra memoria. Todo armonizado con una banda sonora, muy coherente con el relato de su vida: su atinada búsqueda de nuestro folclor profundo, su imperiosa capacidad de romper esquemas y abrirse al mundo, sus dolores y tragedias y la tormentosa relación con Gilbert Favre.
Lo que queda al final es una historia pletórica de verdad, de pasión, de alegrías y dolores profundos. Intensamente vital y sobrecogedora, un verdadero rescate emotivo de esta artista internacional y aunque siempre las comparaciones son odiosas esta cinta está mucho mejor lograda que “La vie en rose”, incluida Marion Cotillard como la Piaff.