domingo, 26 de junio de 2011

Orson Welles y el misterio de Rosebud en la cinta Ciudadano Kane



Escribir sobre un clásico del cine no es una tarea fácil, más aún cuando sobre esta cinta se ha escrito y se ha dicho de todo, pero bien vale la pena detenerse y darle una mirada un poco distinta a uno de las obras más importantes de la cinematografía mundial. Esta es una obra mayor, mucho más que un mero clásico, aquí estamos hablando derechamente de un nuevo concepto de cine, que tanto en su época como a través del tiempo ha marcado a generaciones, lo que en buenas cuentas significó un antes y un después en la industria del séptimo arte.
Basada en la historia de un magnate de las comunicaciones de aquella época en el gran país del norte, Welles se inspiró en el controvertido William Randolph Hearst para presentar una historia cuyo comienzo transita por enigmáticos pasadizos, algunos de ellos cercanos al género policial, pero que de pronto pasa a ser casi como un documental sobre la vida del protagonista, el ciudadano Charles Foster Kane (Orson Welles), para derivar posteriormente en una intrigante búsqueda por descubrir la historia personal de este polémico hombre, cuya muerte inspira esta investigación, así como la última palabra que se le oyó segundos antes de su deceso: “Rosebud”. Desde ese momento empieza el misterio que alentó a un grupo de periodistas a indagar y contar la historia de este Charles.
Esta película, que aunque muchos no lo crean solo ganó el Oscar de ese año por mejor guión original, tiene además el gran mérito de ser una historia que no ha perdido vigencia con los años, ya que indagar en telarañas como las del poder, la arrogancia e incluso la corrupción, ligadas a una historia humana llena de intensidad, le han permitido a esta obra maestra del séptimo arte ser un patrón para cualquier historia contemporánea que quiera contarse, siempre teniendo como protagonista a algún poderoso, sea del ámbito que sea. Con técnicas que a comienzos de la década del cuarenta significaron toda una antiacademia a la hora de hacer cine, Welles mediante escenas con alto contraste a través de la iluminación, planos y profundidades de campo que acentuaron aún más ese estilo de cine negro, y por sobre todo, el inicio del concepto de “flash-back” para presentar al personaje central, convirtieron a la trama en todo un ejercicio visual e intelectual para el espectador, el que en definitiva tendrá que concluir qué tipo de ser humano es el que se le está presentando, tarea nada de fácil en realidad, ya que la complejidad de Charles Kane difícilmente lo convierte en víctima o villano de buenas a primera. Así opera la maestría de Welles, caracterizando soberbiamente a este hombre en diversas etapas de su vida, incluyendo su muerte al envejecer, como la de los demás actores que le dieron vida a su círculo más estrecho. Orson Welles puede ser efectivamente uno de los mayores genios de la primera parte del siglo XX en Estados Unidos y con “Ciudadano Kane”, su ópera prima como director, la guía para nuevos directores que no escondieron su admiración por su legado.
Aquí el misterio de rosebud” ha dado pie a innumerables interpretaciones, entre ellas que Kane podría ser un personaje ligado a los rosacruces, o que el término, tal como con Randolph Hearst tendría relación a la forma de los genitales de su amante, lo cierto es que para Kane el recuerdo de su infancia lo marcó para siempre, ya que esta fue la única etapa de su existencia en que realmente fue feliz, y estuvo libre de las tensiones y el dolor que la vida le deparó desde que fue forzado a abandonar a su madre para convertirse en un magnate. Sin pretender revelar qué significaba realmente esta misteriosa palabra, lo cierto es que la respuesta efectivamente está en esa casa donde la nieve lo cubre casi todo, incluido su apreciado trineo. Cuando Kane necesitó más que nunca de ese recuerdo, incluido el momento de su muerte, “rosebud” volvía a su mente para consolarlo.
Excelente cinta digna de ver y de analizar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario