jueves, 23 de junio de 2011

El cine de poesía de Angelopoulos



Al tratar de escribir sobre un director importante en la cinematografía mundial, el nombre  que se me vino a mi mente fue el griego Theo Angelopoulos,más aún al ver la cinta "El Paisaje en la niebla", me quedó claro que estoy ante uno de los grandes poetas del cine, sus obras dotan de un manto poético y metafórico que muy pocos directores han logrado alcanzar hasta el día de hoy. Su realidad vista desde el dolor y la poesía, es un claro augurio de su gran talento como director y como poeta,un verdadero amante de la vida y sin lugar a dudas del cine. Sus historias se centran en personajes profundos en busca de algo. Detrás de las elegías que sus personajes padecen, siempre hay algo en la vida que resulta ser un gran tesoro, para algunos puede resultar algo cotidiano o sin peso emocional, pero para un poeta  es señal de vida, de sueños, de poesía y puede resultar un gran tesoro .A su haber tiene grandes títulos como: El paisaje en la niebla, El paso suspendido de la cigueña, La mirada de Ulises, La eternidad y un día..etc.
En la cinta El paisaje en la niebla la cámara se mueve como la mano de un poeta que escribe y la lectura simbólica no es un guiño para iniciados,sino una profunda, bella y introspectiva reflexión sobre la condición humana a través de largos y minuciosos planos secuencias. Es una crónica plena  de la niñez camino a la edad adulta, pero también como reproducción de la inalcanzable felicidad prometida por una Europa tan solo presentida a quienes quedaron huérfanos de su propia y envidiable civilización helenística. La sensación de derrota, fracaso y soledad de los distintos personajes se acentúan con el paisaje, que adquiere aquí toda su real dimensión ideológica, mostrando plantas e instalaciones industriales totalmente en ruinas, pero no los restos arqueológicos de la cultura griega, sino las mismas ruinas de la modernidad. La realidad muchas veces resulta abrumadora y demoledora de los sueños.
Angelopoulos logra todo esto de una manera como siempre  magistral, ingresándonos y haciéndonos partícipes del viaje de estos niños inocentes en un mundo completamente desangelado y desbastado por la modernidad. Somos sus ojos y sus guardianes, tanto nos hace comprometer con ellos que cuándo estos sufren, nosotros como espectador lo hacemos al sentir un punzante sentimiento de impotencia. En el cine de este maestro griego la música es una parte existencial de sus poesías, esta se acopla a la historia logrando una majestuosa armonía. En este caso la banda sonora a cargo de Eleni Karaindrou, quién resulta ser su compositora por excelencia de todos sus filmes logra fusionar dentro de ella la ternura e inocencia de notas suaves y melancólicas con la notas de la latente perversión que emanan los tensos violines que cada tanto interrumpen la dulce melodía. 

En definitiva cada film que nace de este nombre, es garantía de un sublime deleite poético, es una oda a la vida. Es admirable cómo el minimalismo de este director puede apelar a nuestros más profundos sentimientos, dejándonos una huella perdurable en el tiempo. Theo Angelopoulos tiene el impresionismo minucioso de un pintor, amalgamado con la profundidad suntuosa de los grandes poetas

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