Parque Vía, es la ópera prima del cineasta mexicano Enrique Riveros tiene una posición predominante en su trama que es la función
poética, aquélla que recalca las características de la obra en tanto obra y
no en tanto relato, aquélla que pone el acento en la apariencia y la
estructura. A diferencia de lo que sucede en buena parte del cine masivo, en Parque
Vía se le da realce al relato, la narración, incluso la descripción, no se
le confiere un lugar preferencial.Todo a través de su protagonista Beto, con
sus sesenta y tantos a cuentas, es de una sencillez que se confunde con cierta
simpleza y una pizca, o más, de timidez. Le ha dado la espalda al mundo para
asumir día y noche un presidio voluntario, que consiste en cuidar una mansión
vacía, a la espera de que llegue el día temido en que sus dueños de la casa y
de él consigan venderla.
Con primerísimos
primeros planos, seguimientos con cámara al hombro, falsas subjetivas e
imágenes fuera de foco que se cuelan de improviso.Todo un universo se nos
desvela a través de ese seguimiento cámara en mano, que parece una cita de
algunos de los momentos más brillantes de Elephant de Gus Van Sant.
A simple vista
pareciera que Enrique Rivero es un discipulo de la carrera de su coterráneo Reygadas,
pero al menos tiene el valor de apostar por este tipo de elementos.
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