lunes, 19 de septiembre de 2011

“El negocio de la muerte”

Carancho,es la  última película del director argentino Pablo Trapero.Este film bien podría tomarse como un eufemismo esa ave rapaz de gran tamaño que habita en diferentes países americanos y que con frecuencia se nutre de animales atropellados; también suele atacar a sus víctimas con picotazos hasta extenuarlas... Este animal ha servido de metáfora para designar un oficio que existe al límite de la ley en Argentina.  Aquí Sosa (Ricardo Darín) es un abogado especialista en accidentes de tránsito que ha perdido su licencia y que se dedica a ser Carancho: intermediario entre las víctimas de los accidentes y las aseguradoras. Ayudan a los familiares de los muertos o a los heridos a cobrar los seguros que les corresponden. Trabajan generalmente con clientes pobres, de escasa educación, a quienes engañan para dejarse un importante porcentaje del dinero como ganancia, eso sí el protagonista es un antihéroe que encandila con su carisma. Es un Carancho de los “buenos”, si es que puede existir eso. Cobra lo justo e intenta ayudar a los afectados. Está intentando redimirse y recuperar su matrícula para poder volver a ejercer como abogado. En ese momento conoce a Luján (Martina Gusman, también productora del filme y esposa del director) una joven e inocente doctora que asiste a los heridos de los accidentes. Juntos iniciarán una historia de amor, sangre, adrenalina y desesperanza por noches turbulentas. El guión está muy bien trabajado, con progresivos giros a lo largo de la historia y un final inesperado.
Se trata de un filme de suspense con una violencia que extenúa. Pero más allá de los elementos propios del cine policial, lo interesante de esta película son las excelentes actuaciones de los protagonistas, enmarcadas dentro de un cuadro fotográfico y social realista. En un registro casi documental, con un cuidado trabajo del color, recorremos calles borrascosas y consultorios atestados de enfermos y heridos. Carancho explora la mercantilización de los dramas humanos con crudeza, sensatez y compasión, y nos invita a vivir una apasionada aventura sin retorno de la mano de Sosa y Luján.
Una revitalizadora realización al nivel de las grandes películas trasandinas.

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