Carlos César Arbeláez reconstruye en Los colores de
la montaña un largometraje que elige el punto de vista de los niños para
retratar el conflicto armado que asola Colombia desde hace décadas. Se trata de
una apuesta más o menos inédita dentro del cine colombiano, que le permite
acercarse al tema sin apoyar explícitamente a ninguna de las tres facciones que
luchan entre sí, lo que importa no son
las razones de esta guerra no declarada, sino más bien sus efectos sobre la
población civil, y el empeño de los campesinos por continuar viviendo, por
desarrollar, a pesar de todo, una existencia digna, aunque la coerción y la
coacción más irracionales lo hagan, a veces, imposible. Es por ello que el
acento no está puesto en los grandes actores de la lucha. El conflicto armado
permanece casi siempre en segundo plano, fuera de campo, como una amenaza que
se cierne constantemente sobre los personajes, pero que sólo muestra su faz en
contadas ocasiones.El director no huye de las escenas de violencia, pero sabe
dosificarlas, en una búsqueda sincera por atribuirles su verdadera
significación. Con ello evita la banalización del conflicto, es decir, ese
acercamiento pornográfico y espectacular al que tanto nos han acostumbrado la
gran mayoría de los medios de comunicación masiva.
Los colores de la montaña es, en cierto sentido,
heredera de una tendencia de conflictos latinoamericanos muy presente en las
sociedades,de ahí el recurso de la
mirada infantil que busca más una identificación emotiva y una denuncia en
nombre de la inocencia, que un relato con tintes autobiográficos. Esto la
acerca a ciertas recetas del neorrealismo italiano, del que Arbeláez al igual
que otros realizadores latinoamericanos
extrae también otras enseñanzas, como la utilización de autores no
profesionales, la filmación fuera de estudios y la economía de recursos
expresivos. El resultado es un filme sincero, que emociona profundamente, casi
sin caer en los fáciles excesos del melodrama.
Tengo la sensación de que esta cinta podría entrar
en la carrera de los Oscar como mejor película de habla no inglesa.
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