jueves, 19 de mayo de 2011

La cinta el sacrificio y yo

En la espera de las últimas noticias que voy recibiendo sobre el manejo de la dramática crisis en la central nuclear de Fukushina, me hizo recordar dos películas notables de dos grandes genios de la cinematografía mundial, la primera es "Los sueños" de Akira Kurosawa, que en su cinta hace una especie de profecía máxima para lo que está sucediendo hoy en Japón; una cinta que nadie escuchó a su debido tiempo.Pero hay una cinta demasiado reveladora y en la cual quiero poner énfasis, es "El sacrificio" del director ruso Andrei Tarkovski, en este testamento fílmico el autor narra como un profesor y críitico de arte escucha por la radio alarmantes informaciones sobre un inminente conflicto nuclear entre las superpotencias mundiales, la bomba atómica puede ser lanzada en cualquier momento, y el mundo desaparece, ante esto el protagonista se arrodilla y reza comprometiéndose a dos grandes sacrificios: enmudecer y entregar todo lo que tiene, como un supremo acto de sacrificio, como una especie de redención personal.
Tarkovski que hizo esta película en 1986 fue muy crítico de la civilización occidental, consumida por una especie de materialismo devastador; se ha creado una civilización que amenaza con destruir a la humanidad. Ante esta catástrofe global que veo a diario por televisión, y que ya tiene el mismo grado de destrucción que la de Chernobil, me planteo una cuestión que me parece de vital importancia: la capacidad de sacrificio interior que tuvieron estos trabajadores de la central nuclear de Fukushima por tratar de aminorar este desastre nuclear.Por eso a mi juicio el diagnóstico de este autor ruso sigue vigente y actual. A 25 años de que se filmara esta cinta  la tecnología ha hecho avances espectaculares, la ciencia ha cruzado fronteras impensadas, pero¿ Ha habido un desarrollo de la conciencia humana de la misma magnitud que el desarrollo material?; Europa y Estados unidos en el ámbito espiritual y onírico ¿ Ha producido algo que se le acerque en la magnitud de los rectores nucleares?; ¿ Al servicio de qué ha sido puesta la inteligencia humana?. Ante estas interrogantes no me queda más que ver la realidad y hacer mi propio juicio: todos somos responsables, he confiado cada vez más mi vida a la tecnología, a las cosas, y delegado mi intransferible responsabilidad personal a los intermediarios de toda especie, políticos, expertos, etc.
El mundo está cada vez más afuera y cada vez menos adentro de nuestro corazón, que es donde se juega finalmente todo. Definitivamente en este momento estoy condenada a ser una espectadora voyerista de un Chernobil a cámara lenta. Como en la cinta de Tarkovski ¿ Que estaré dispuesta a sacrificar como Alexander, el personaje de la cinta antes de que sea demasiado tarde?
Con esto que escribo no quiero que parezca una apología personal, sino que más bien es una alegoría de lo que se desprende de esta cinta, de todo lo que puedo hacer, evitar el materialismo, cuidar la naturaleza, ser menos egoista y sobre todo estar siempre alerta sobre las locuras que a veces, los gobiernos proponen, como por ejemplo pensar en construir un reactor nuclear en nuestro extramádamete sísmico país. El desperdicio de energía en el mundo es un escándalo que me ha hecho pensar y recapacitar sobre que es realmente lo que quiero dejar de herencia, más al ver el mensaje de esta fabulosa cinta.

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