martes, 1 de noviembre de 2011

LAS HORAS DEL VERANO

Una película sobria y contenida  que reflexiona sobre el tiempo, el pasado y la complicidad de los objetos con los ciclos de vida de las personas.
La narración fluye de forma orgánica. Abre con unos niños jugando en una casa de campo y cierra con unos adolescentes festejando en el mismo lugar. Entremedio, visita el dilema familiar de los adultos de la familia, tres hermanos (Juliette Binoche, entre ellos) que deciden vender las pertenencias de su madre muerta, en especial, valiosos objetos de arte que la mujer heredó de un querido tío.
Sin caer en sentimentalismos nostálgicos (como ese tango de Virgilio Expósito que dice “toda mi vida es el ayer que se detiene en el pasado”), su director Olivier Assayas muestra el doloroso desprendimiento de los objetos, pero parece celebrar el flujo de la vida y el hecho de que nuevos ciclos y pertenencias irán marcando el tiempo.
“Las horas del verano” es una pequeña maravilla de parte de uno de los cineastas más interesantes del cine francés actual. Es la madurez de Olivier Assayas (“Irma Vep”, “Clean”), director que deja de lado el instinto vanguardista con el que ha construido gran parte de su obra para armar esta interesante cinta sobre otra mirada a la globalización, así llamada ahora a la aldea global de Mc Lugan.

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