martes, 15 de noviembre de 2011

INVICTUS


Es 1990, Nelson Mandela acaba de ser elegido Presidente de Sudáfrica en una misión francamente compleja: gobernar con las aspiraciones de la mayoría negra y los temores de la minoría blanca. Misma que acaba de “renunciar” a ese violento y peculiar privilegio de discriminación que se conoció como apartheid.
Así en una cancha de césped impecable, un grupo bien entrenado y mejor equipado juega rugby. Cuando la cámara agranda el plano (vía zoom back), vemos al otro lado de la cerca un camino de tierra y, enseguida, una extensión polvorienta donde niños negros juegan al fútbol con lo que pueden.Este film está basada en el libro de John Carlin , quien escogió con sensibilidad y agudeza una etapa perfectamente acotada del largo mandato de Mandela, la que arroja más luces sobre la valía del liderazgo del primer Presidente sudafricano negro: el del año 1995, cuando su país ganó el campeonato internacional de rugby.
Dirigida con garra por Clint Eastwood,que desde hace años nos acostumbrados a estos films bien dirigidos, con un guión fuerte, con buenos actores y una fotografía excepcional tiene la película no sólo seduce al espectador desde que empieza hasta que finaliza, sino que logra trascender el cliché aquel de las historias de grandes logros. Y ello tiene que ver en gran medida con el espléndido, sobrio y preciso desempeño actoral de Matt Damon, como el disciplinado, más bien silencioso y casi estoico capitán de la Selección Nacional de rugby, François Pienaar. Ese contrapunto es clave en la historia. Y que el Presidente descubra que en el rugby cuyo equipo es símbolo del “apartheid” y en las páginas de Deportes está la clave de la integración de una nación profundamente dividida; que la reconciliación es la base de todo, tanto como lo es la mirada hacia el futuro.
Porque más que ser la perfecta película para un seminario de liderazgo, “Invictus” se sumerge en aquella parte del factor humano que se requiere para escalar cerros escarpados, cruzar desiertos o romper ventanales en pos de la propia liberación... y la de un país cruzado por una ruda historia.
Un proceso que requiere inspiración, como dice Mandela, y “foco”; disciplina y perseverancia. Sobre todo perseverancia, esa larga palabra que abarca otras igual como  seguridad, humildad; valentía, delicadeza,serenidad, decisión, prudencia , resistencia, compasión, generosidad, paciencia activa y hasta sentido del humor.
De paso, es una importante reflexión sobre la condición del líder, como aquel que es propositivo (más que “consultivo”) porque ve más allá de sus asesores; que crea y abre instancias y espacios insospechados y que sabe lo que quiere y cómo lograrlo. Es decir, un obstinado-razonable y con sentido común.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario