Esta cinta francesa de Catherine Corsini se circunscribe a aquel
tipo de historias que se inician con “Romeo y Julieta” y siguen con toda esa
gama de tragedias de aquello de “ni contigo ni sin ti”, como “La mujer de la
próxima puerta” (Truffaut). Amores imposibles, pasiones que arrasan con todo a
su paso, que se resisten a cualquier clase de bombardeo, pero que terminan
vencidas por la muerte, en cualquiera de sus formas (muerte en vida con
sometimiento al amo legal es una de ésas, sadomasoquismo incluido).
Suzanne (Kristin Scott Thomas) es una inglesa casada con Samuel
(Yvan Attal), un influyente y acomodado ciudadano de una ciudad del sur de
Francia, con dos hijos adolescentes. Ella quiere volver a su trabajo de fisioterapeuta,
para lo cual el marido decide construirle una consulta en los jardines de su
amplia casona. Para hacer los arreglos llega Iván (Sergi López), un catalán
trabajando de ilegal que ha salido hace poco de la cárcel. Un accidente termina
por unir a Suzanne con Iván, entre quienes pronto se desata una pasión
desbordada y absorbente, que no es posible ni controlar ni detener.
Lo que sigue es la dura reacción de Samuel, que para obtener de
vuelta lo que debe permanecer en su cama, es decir, su mujer, recurre a todo,
incluidas bajezas varias. La ventaja para él es que los amantes son pobres como
las ratas...
Suena convencional. Pero no es culpa de la película, sino de la
historia de la humanidad que está llena de amores prohibidos, inconclusos, no
resueltos, siempre vencidos por los engañados que adquieren una sabiduría
pasmosa para recuperar sus pertenencias, rompiendo en pedazos aquello que los
ha injuriado, para así restablecer el orden instituido.
Lo mejor de la película es la crudeza con que arma el relato: de
manera directa, sin filigranas ni preámbulos. Y la estremecedora actuación de
la gran Kristin Scott Thomas, tal como lo hiciera en la espléndida cinta “Hace
mucho que te quiero”.
Una verdadera tragedia a la vena…..dolorosamente buena e
interesante.
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