Sofia Coppola vuelve a
reclutar a la soledad como actriz protagónica. Al igual que en “Perdidos en
Tokio” y “María Antonieta”, aquí estamos frente a un personaje solo, atrapado
en un mundo sofisticado que no le entrega más que satisfacciones pasajeras. Es
que el actor de Hollywood, Johnny Marco, pareciera tenerlo todo fama, dinero,
mujeres pero reconoce llorando, al teléfono, que él está absolutamente solo y vacío.
Coppola lo sigue en esos tiempos muertos que deben abundar en las
vidas de las estrellas: encerrado en el lujoso hotel Chateau Marmont, con
strippers bailando en su habitación, teniendo sexo con groupies, aburriéndose
en fiestas, comiendo solo, contemplando Los Angeles desde su azotea, mirando el
muro.
La oportunidad para salir de su depresión, que en el fondo es una
sequía emocional, será la visita de su hija Cleo. Ella deberá acompañarlo un
par de días (por petición materna), interrumpiendo su rutina de soledad y
encuentros casuales con desconocidas. Y si en un comienzo la conexión entre
ellos es casi nula, poco a poco irá creciendo un sentimiento que, ambiguamente,
la realizadora visualiza como una suerte de “Complejo de Electra”.
Es evidente que “En un rincón del corazón” está inspirada en las
propias vivencias de Sofia con su padre, el famosísimo Francis Ford Coppola. Pero
su historia es también la de toda niña en busca del afecto de su progenitor.
A Sofia Coppola le gusta la contemplación de sus personajes y el
arte cada vez más escaso de contar una historia sin abusar de los diálogos. Su
cine sigue siendo sobrio y no se ve arruinado por su vocación de realizadora de
videoclips, cuando elabora tomas preciosistas al son de las bandas que admira,
en este caso, The Strokes y, por ahí, Gwen Stefani, en una bella escena de
patinaje.
Se la podría acusar de superficial, pero las estilizadas postales
de Coppola son su marca personal, su manera de registrar la soledad con la
belleza y la melancolía que encontramos en un cuadro de Edward Hopper. Por
todo, “En un rincón del corazón” es una película entrañable y dotada del
encanto de la simpleza, en tiempos en que la industria se ha puesto hiperbólica
y el megalómano de James Cameron (“Avatar”) sigue planeando cómo cambiar el
rumbo del cine.
Recomendación
especial para todas las hijas.
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